Hace unos meses que me adentré en el
magnético mundo del tango. La
razón, una mezcla de afición por el baile,
curiosidad y atracción latente desde el momento que fui consciente de
su existencia. Desde la primera clase me cautivó y eso que en esos
tempranos inicios no podía ni imaginar el caudal de emociones,
sensaciones y sentimientos que podía llevar consigo este hipnótico
baile.
Más allá de lo obvio sobre la sensualidad de sus movimientos o la
calidez del abrazo, está la conexión con uno/a mismo/a, con el propio
cuerpo, con un tipo de autoconciencia diferente y está, lo que yo
llamaría el "don de fluir": una especie de química, de conexión
metafísica, que hace que sin tener una coreografía preestablecida, sin
conocer necesariamente a tu pareja de baile, el tango se convierta en un
lenguaje universal que nos permita comunicarnos más allá de cualquier
frontera idiomática, de estatus social, de edad o de nivel cultural.
Esta conexión con el otro te lleva a concentrarte y percibir sutiles
señales de su lenguaje corporal que te hacen de guía al bailar, te lleva
a cerrar los ojos y confiar en que te dirija por un espacio no
demasiado amplio y lleno de "obstáculos", te lleva a sentir y provocar
sensaciones placenteras independientemente de la belleza o el grado de
intimidad que compartas con tu partenaire... Y todo esto enmarcado en un
espacio temporal limitado: una tanda, cuatro tangos, después de los
cuales puede que nunca vuelvas a ver a esa persona. Y esto es lo mágico:
incluso siendo una persona tímida, puedes abrazarte, rozar tu rostro,
pegar tu pecho al de la otra persona, "invadir" su espacio y que sea una
experiencia muy agradable para ambos.
Desde mi punto de vista, como neófita en este terreno, el tango es un
gran maestro. A mi, personalmente me está enseñando a relajar mi
postura, a caminar aprovechando la ergonomía de mi cuerpo, a ser
flexible pero no laxa a la vez que a ser firme pero no rígida, a no
llevar siempre el control y disfrutar de que sea otro el que lleve las
riendas (¡todo un logro!), a desconectar del mundo y conectar con el
yo-mi-me-conmigo y con el tú-ti-te contigo, a confiar en mi cuerpo y en
su capacidad de reacción y aprendizaje... y eso sin mencionar cómo me
divierto en las milongas y cómo me cargan de energía.
Todos estos cambios tan positivos que estoy experimentando me han
empujado a investigar un poco más sobre los beneficios del tango y los
hallazgos que he ido encontrando me han sorprendido gratamente. No es
extraño pensar que aquellos/as que bailan tango mejorarán sus
capacidades motrices (tono muscular, fluidez de movimientos, percepción
sensorial, conciencia corporal, capacidad de reacción, flexibilidad,
coordinación, precisión, equilibrio, reflejos...) mejorarán sus
capacidades intelectuales (concentración, improvisación, sensibilidad,
creatividad...) y por supuesto sus habilidades sociales.
Pero, por si esto fuera poco, recientes estudios han demostrado
efectos que van mucho más allá de lo más obvio. Veamos algunos de ellos:
Tango y estrés: Según los resultados del estudio realizado por la
psicóloga Cynthia Quiroga Murcia en el marco de su doctorado en la
Universidad Goethe de Francfurt, al bailar tango se reducen los niveles
de cortisol, hormona asociada al estrés. Así, el tango actúa doblemente
contra la ansiedad: por un lado como actividad física que es, y por otro
a nivel endocrinológico, actuando sobre el cortisol.
Tango y líbido: la misma autora observó en el estudio anteriormente
mencionado y publicado en la revista "Music and Medicine", que además
del impacto sobre el cortisol, el tango tenía efectos sobre la
testosterona, hormona vinculada al deseo sexual, provocando un
incremento de la misma. La científica tomó pruebas sanguíneas de 22
parejas de bailarines de tango antes y después de bailar, determinó la
concentración hormonal y completó la investigación pidiendo a los
voluntarios que describieran sus emociones. Para descubrir si los
efectos positivos a nivel psicobiológico se debían a la música, al
movimiento o al contacto con la pareja, Cynthia Quiroga investigó los
tres factores por separado. El resultado fue el siguiente: la música
reduce el cortisol, es decir, influye en disminuir el estrés, y el
contacto con el partenaire y el movimiento, incrementan los niveles de
testosterona. Y si se unen los tres factores, los efectos hormonales y
emocionales ¡son más intensos!
Tango y envejecimiento cerebral: Hace unos años, profesora Patricia
McKinley, de la McGill University de Montreal realizó un interesante
estudio sobre el impacto del tango en personas mayores. Se investigó a
30 personas de edades entre 62 y 91 años y se dividieron al azar en dos
grupos: una mitad en un grupo de caminata y la otra mitad en clases de
tango. Después de tres semanas, el equipo de McKinley observó un aumento
en la autoestima de los integrantes del grupo de tango. La
socialización que implica una actividad como el tango, sin duda
contribuye a la mejora de la autoestima de los que lo bailan. Pero los
efectos positivos no sólo se quedan ahí. Además, el grupo de tango
mostró una mejoría significativa en la coordinación motora, el
equilibrio y la postura, en comparación con el grupo de caminantes. Pero
McKinley y sus investigadores estaban interesados principalmente en los
efectos del tango en el envejecimiento del cerebro y hallaron que los
integrantes del grupo de tango habían mejorado sus capacidades
intelectuales y el rendimiento cognitivo, superando al grupo de
caminantes.
Tango y depresión: en un reciente estudio llevado a cabo por la
australiana Universidad de Nueva Inglaterra, se analizó una muestra de
41 personas de entre 18 y 73 años con síntomas de depresión y ansiedad,
de las cuales el ochenta por ciento eran mujeres. De esta muestra veinte
participaron en un curso de ocho sesiones de 90 minutos de tango en un
período de dos semanas, mientras que el resto fueron puestos en una
lista de espera para las clases. Al final de este período de dos
semanas, los participantes mostraron reducciones significativas en los
niveles de depresión, ansiedad, estrés e insomnio y la satisfacción con
la vida y la autoeficacia se incrementaron significativamente. En un mes
de seguimiento, los niveles de depresión, ansiedad y estrés se
mantuvieron reducidos. Por lo que hasta un breve período de clases de
tango han demostrado ser una estrategia eficaz en el alivio de los
síntomas de trastornos del estado de ánimo. Además, dada la liberación
de endorfinas que supone una actividad como bailar tango, no sólo
aumenta los niveles de felicidad, sino que actúa como factor de
protección en trastornos del estado de ánimo.
Tango y otros trastornos:
* Parkinson y Alzheimer: Aumenta la agilidad y firmeza en los
movimientos y de ese modo refuerza el equilibrio. Además ayuda a
aumentar la actividad prefrontal y temporal cerebral y a mejorar las
habilidades de comunicación, la memoria y la atención.
* Enfermedades cardiovasculares e hipertensión. Disminuye las
hormonas vinculadas con la actividad simpática (las que producen
taquicardia, hipertensión y vasoespasmos), y mejora la capacidad
vascular y la oxigenación de los tejidos.
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