Zentner asegura que aún no está claro por qué los humanos hemos desarrollado esta predisposición. Una posibilidad es que la capacidad para procesar la música fuera favorecida por la selección natural sobre otros rasgos. Las conclusiónes se publicaron en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences Online.
Nacidos para bailar
En una serie de experimentos con críos de edades comprendidas entre cinco meses y dos años, los científicos observaron que estos respondían de manera innata al ritmo -la estructura y sucesión de sonidos- y al tempo -la velocidad de la secuencia rítmica de cualquier canción-. Además, sonreían con más intensidad cuanto mejor acompasaban sus movimientos con la melodía. "Nacemos con una predisposición al baile, aunque aún no hemos hallado una explicación evolutiva definitiva", dice Zentner.
¿Bailar tiene ventajas evolutivas?
Estudios genéticos posteriores parecen apoyar su hipótesis. Concretamente, una investigación dada a conocer en PLoS Genetics en la que se comparaba el ADN de bailarines experimentados con el de personas que nunca habían practicado la danza reveló que solo los primeros mostraban diferencias importantes en dos genes asociados con las habilidades sociales y la capacidad de comunicación. Además, en la sangre de los profesionales de la danza se detectaron niveles de serotonina y de hormona arginina-vasopresina más altos. Todo apunta a que no es casualidad que estas dos sustancias estén vinculadas tanto al baile como al bienestar, el buen humor, la destreza para la comunicación y la afectividad.
Recopilación de fragmentos de artículos de: www.muyinteresante.es
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