lunes, 7 de junio de 2021

Emociones musicales, un placer ancestral capaz de modificarnos

 

La música es alquímica: nos transforma, modifica el estado de ánimo e incluso el comportamiento. ¿Cómo puede ocurrir algo así? La clave está en las emociones que despierta en nosotros y en las variaciones que genera en el cerebro. Lo analizamos.

Las emociones musicales han estado presentes en el ser humano desde el inicio de los tiempos. Por ejemplo, el Homo sapiens del paleolítico construía flautas y se cree que celebraban actos comunitarios en los que disfrutar de sus propias composiciones. Es más, desde la Universidad de Reading (Reino Unido) señalan que incluso los Neandertales tenían su propia música y su danza.

Apreciar el lenguaje musical, crearlo y deleitarse con él es algo que nos define y que nos acompaña en cada instante de nuestras vidas. Las reacciones psicofisiológicas que nos evoca son inmensas e increíblemente variadas. Se nos acelera el corazón, los recuerdos despiertan, la creatividad se despereza y segregamos neurotransmisores como la dopamina, las endorfinas o serotoninas para llenarnos de gratas sensaciones de bienestar.

A veces, nos basta con escuchar una canción de poco más de tres minutos para experimentar un notable cambio en la actitud, el estado de ánimo y el comportamiento. Esta alquimia sensacional ha llamado desde siempre la atención de los neurocientíficos, quienes llevan décadas intentando profundizar mucho más en esa experiencia músico-emocional para comprenderla.

Esto es lo que sabemos hasta el momento.

Hombre tocando instrumento tradicional para despertar emociones musicales

Emociones musicales: ¿qué son y qué finalidad tienen?

Cuando hablamos de emociones es común que nos vengan a la mente términos como “alegría”, “tristeza”, “miedo”… Ahora bien, cuando nos referimos a las emociones musicales el tema difiere bastante respecto a los estados emocionales básicos. Es como si en las profundidades del cerebro, dispusiéramos de unos mecanismos neuronales diferentes y orientados a generar cambios en el estado de ánimo y el comportamiento.

Un ejemplo: sabemos que las personas afectadas de alzhéimer presentan un claro deterioro en todos esos procesos cognitivos vinculados a la memoria, la atención, etc. Sin embargo, basta con hacerles escuchar una música determinada o una canción de su juventud, para que sus mentes despierten, para que sus emociones vibren de felicidad.

Así, trabajos de investigación como los realizados en la Universidad de Helsinki nos indican algo interesante. Las regiones cerebrales corticales y subcorticales vinculadas al procesamiento musical se conservan relativamente bien en el envejecimiento y también en procesos demenciales. Aún más, sabemos incluso que la memoria musical se procesa en áreas cerebrales diferentes a la memoria episódica, la semántica o la autobiográfica.

Profundicemos un poco más.

¿Qué son las emociones musicales?

Patrik N. Juslin es profesor de psicología en el Departamento de Psicología de la Universidad de Uppsala (Suecia), donde dirige su investigación y enseñanza sobre psicología musical. Uno de sus trabajos más conocidos es precisamente su libro Musical Emotions Explained. Así, algo que nos señala en primer lugar es que este mecanismo, este instinto que nos permite disfrutar de la música está presente en nosotros desde el inicio de la humanidad.

Las emociones musicales modifican el cerebro para evocar una amplia variedad de estados afectivos. Todos nuestros sentidos reaccionan ante la música y pocas veces nos deja indiferente. En ocasiones, experimentamos tristeza y con ella evocamos de manera más relajada momentos complicados de nuestro pasado.

Otras veces, la música hace de extraordinario canal para la alegría, la positividad, la esperanza… Nos hace bailar y nos invita a socializar. Ahora bien, hay momentos en los que una composición también puede suscitarnos inquietud, misterio y hasta angustia. De esto saben bien los compositores de las bandas sonoras, quienes buscan generarnos una emoción concreta acorde a una escena de esa película.

En esencia, las emociones musicales son respuestas psicofisiológicas capaces de cambiar el estado de ánimo e incluso el comportamiento.

¿Qué finalidad tienen este tipo de emociones?

Dylan Van Schyff, profesor de la Universidad de Música y Artes Escénicas de Graz en Austria, realizó un interesante estudio sobre las emociones musicales. Hasta el día de hoy concebimos la comprensión del mundo emocional a través de trabajos como los de Antonio Damasio o Paul Ekman. Sabemos, por tanto, que cada una de estas realidades psicofisiológicas tienen una finalidad concreta.

Toda emoción, incluido el miedo o la tristeza, nos permite adaptarnos mejor al entorno. Son improntas biológicas que desencadenan una serie de cambios para que podamos actuar y reaccionar. Ahora bien, mientras el miedo, por ejemplo, nos ayuda a defendernos de los peligros… ¿qué función tendrían las emociones musicales?

En realidad, los mecanismos que orquesta en nuestro interior son múltiples y los beneficios infinitos:

  • La música está asociada a los circuitos de recompensa cerebrales. Nos orientan hacia comportamientos adaptativos que median en el bienestar y el equilibrio interno.
  • Asimismo, tampoco podemos negar algo: la música favorece la socialización en muchos casos. Compartimos con otras personas nuestros gustos, disfrutamos de los conciertos con grupos amplios, etc.
  • La neurobiología de la experiencia musical nos dice que este estímulo, además de variar nuestras respuestas sociales y afectivas cotidianas, también cambia los procesos cognitivos. Una canción puede despertar retazos de nuestro pasado y nos ayuda a recordar. En otros casos, favorece nuestra creatividad o incluso nuestra concentración.
Chica tocando guitarra sintiendo las emociones musicales

La emocional musical es un tipo de lenguaje más

Solo el ser humano tiene la capacidad de crear música. Nuestras capacidades superiores nos permitieron algo más que dar forma al lenguaje y a la comunicación entre nosotros. También fuimos capaces de crear otro tipo de lenguaje capaz de trascender fronteras. Si el idioma nos separa la música nos une. Si cada uno de nosotros disponemos de nuestra cultura, creencias y trayectoria personal, la música nos iguala.

Las emociones musicales conforman un idioma propio orientado quizá a sacar lo mejor del ser humano. Nos cohesiona como sociedad, diluye las diferencias y despierta quizá lo mejor de nosotros. Sin hablar del efecto sanador y positivo que traza en cada fragmento de nuestro ser, en cada profundo rincón de nuestro cerebro.

Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/

https://www.escuelaflow.es/ 

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